Canción Estrellada estaba sentado en la puerta de su tienda. Soltaba
una bocanada de humo de su pipa. Era aquella hora en que el día se
vuelve noche. El sol ya se había ido y la luna aún no había llegado. Yo
me sentía cansado, había acabado de llegar de la ciudad y estaba
bastante molesto con una serie de problemas personales. Hacía días
andaba malhumorado. “Hay momentos en que dan ganas de desaparecer”,
lamenté la suerte cuando pasé al lado del chamán. “Huir del mundo no te
hará escapar de la vida”, me respondió con una sonrisa irónica. Me callé
e intenté seguir. Apenas quería bañarme y dormir, pero él me mandó a
sentar. “Hoy voy a enseñarte sobre la Puerta del Sur” dijo, y en seguida
me pasó su pipa para que fumaramos juntos, en señal de confianza y
respeto. Agarró su tambor de dos caras para marcar el ritmo de una
sentida canción nativa. Cerré los ojos y me dejé envolver en aquel
ambiente de paz. “En la Tradición del Camino Rojo, la Rueda de la Vida –
o Rueda de Cura, pues la vida no es más que un infinito proceso de cura
del espíritu, según la justa medida de su evolución – posee cuatro
portales, representados por las direcciones magnéticas del planeta.
Generalmente me gusta comenzar por el Este, en donde habitan los
antepasados que aprendieron a cavalgar con el viento. No obstante,
contigo voy a comenzar por el Sur”, explicó. Antes de que tuviese tiempo
de preguntar el motivo me dijo: “Existe una necesidad urgente de que te
desnudes del personaje que creaste en la vana ilusión de protegerte de
todo y de todos; te engañas al intentar mostrar que eres fuerte, pues
allí habita tu debilidad. Esto hizo con que hayas abandonado tu
verdadera fuerza. Todo lo que no hace parte de nosotros, incomoda por
inadecuación”.
Alegué, medio herido, que yo era un sujeto auténtico y generoso.
Canción Estrellada me ofreció una sonrisa misericordiosa y buenas
palabras: “Si no encuentras la esencia que habita en ti, nunca ejercerás
todos los dones y talentos que la vida te ha concedido. Si podemos ser
enteros, ¿por qué contentarse con la mitad?”. Bajé la cabeza y él
continuó: “Ser una persona buena es bastante importante, pero no basta.
Es necesario dar un paso al frente para hacer florecer lo mejor que hay
en nosotros. Por ello necesitas encontrarte con alguien muy importante”.
Mis ojos curiosos indagaron de inmediato con quién sería tal encuentro.
“Contigo mismo”, respondió con su modo sereno de hablar.
Sin prisa tomó su pipa, soltó humo al viento y cerró los ojos para
proseguir. “Destruye la ilusión de la imagen que creaste para protegerte
del mundo y ser admirado por todos. En general, lo que más adorna, más
esconde. La mayoría de las veces lo esencial no está en lo que las
personas muestran y sí, en lo que ocultan. Una pena”. Él debió haber
percibido mi mirada de espanto y, con su enorme paciencia, fue más
claro. “Es necesario soltar las amarras de los modelos preestablecidos
de comportamiento. Todo ser es único y en esto reside su belleza”. Le
dije que entendía sus palabras, pero que si era el caso de tener que
libertarme de posturas y conceptos antiguos, éstos estarían entrañados
en el alma y no sería raro que me hicieran pensar y actuar por puro
automatismo y sin percibirlos. Seguramente no sería nada fácil. El
chamán me respondió con su voz ronca: “Nadie dijo que es fácil, apenas
que es necesario. Para ello necesitas recorrer la Jornada de los
Pequeños, a través de los caminos de la alegría, la humildad, la
confianza, la creatividad y la pureza”.
En los días siguientes participé de vários rituales con diferentes
personas de la tribu que me permitieron experimentar y entender lo
verdadero de esas cuatro virtudes, comunes a los niños. Al final de cada
etapa era encaminado para conversar con Canción Estrellada.
La alegría me habló de la ligereza que un niño tiene para reirse de
sí mismo; de la tranquilidad para no tomarme tan en serio y dejar de
preocuparme sin razón con situaciones que, de hecho, no tienen ninguna
importancia. La capacidad de reirse de los propios defectos y
dificultades es un buen ejercicio para, además de desmistificarlos, ver
como el orgullo y la vanidad son ridículos pues, en el fondo, todos los
usamos como escudos de papel para obtener una falsa sensación de
protección. “Esto provoca que caigan todas las máscaras que has creado
desde hace años y, de tan viejas, las hayas aceptado como verdaderas.
Encuéntrate contigo mismo y deléitate. Sólo así descubrirás lo mejor del
mundo”.
La humildad me recordó la simplicidad de un niño que aún no sabe
hacer las mismas cosas de un adulto, pero que podrá llegar a cualquier
lugar si siempre está dispuesto a aprender. “La humildad es la virtud
del eterno aprendiz que necesita habitar dentro de tí. Aprender,
Transformar, Compartir y Seguir. Siempre y para siempre. La humildad
está en los genes de tus mejores decisiones y cada cual escribe su
historia a través de ellas. Presta atención a tus decisiones, ellas
pueden herir o curar. Con cada decisión tu revelas lo que traes en tu
maleta sagrada, el corazón. Cuando el brillo aparece, agradece pero
rehusa la inivtación. Escoge siempre por amor. Entiende, con humildad,
que solamente el amor te perfecciona y te fortalece, vuelve sagrada la
decisión, abriendo el portal de la sabiduría que te traerá nuevos
dones”.
Así como un niño que confía en la protección que sus padres le
ofrecen, en la medida en que creamos en la Inteligencia Cósmica, a cada
persona le serán ofrecidas las condiciones indispensables para cada
momento de la vida. “Es imposible ser feliz sin confiar. Aunque un padre
o una madre no abdiquen de educar al hijo y corrigir sus pasos, con
mayor o menor rigor, dependiendo de la terquedad, aman
incondicionalmente a su hijo y nunca le entregarán una piedra cuando
éste necesite un pan. De igual forma el Gran Misterio, con su sabiduría y
amor infinitos, le entrega a cada uno el perfecto instrumento capaz de
hacerlo participar de la Gran Sinfonía del Universo y, de esta manera,
apalancar su evolución. Acepta que las dificultades son maestros
disfrazados que te ofrecen valiosas lecciones. Esto es entender el
camino, no desistir de él se llama Fé”.
Cuando un niño destruye un juguete y con los pedazos construye otro
diferente, se está permitiendo nuevas posibilidades de diversión. Él
apenas está dejando que su creatividad aflore y despliegue el abanico de
su alegría. Quebrar viejos patrones y reinventar la vida es una actitud
saludable que debemos ejercitar todos los días. Sólo así abriremos
espacio para que lo nuevo se instale y nos deleite con sus infinitas y
fantásticas aventuras. “La creatividad no es más que magia vinculada a
la creación y a la transformación de nuestras vidas y, por consiguiente,
a la del mundo. Todos somos Hijos de la Creación. Por lo tanto, tu
tienes este poder en la raíz del alma. ¡Úsalo y deléitate!”.
Como en aquella famosa historia infantil, es justamente un niño quien
revela que el rey está desnudo. Sólo con la pureza de un chico, sin
malicia ni maldad, podremos alcanzar el fondo de nuestro ser y ver más
allá de los velos del mundo. “El día más importante de la vida es cuando
te encuentras contigo mismo. Solamente cuando tengamos la mente y el
corazón puros podremos encarar los contornos de nuestro ser sin el humo
de la ilusión mundana. Así, nos depararemos con la distancia que separa
las partes del todo. Entonces, habrá llegado la hora de ejercitar los
dones que nos hacen absolutamente capaces de alinear el ego con el alma,
en la plenitud del ser integral. El encuentro con tu esencia es lo que
denominamos Cura a través de la Verdad”.
En el último día hubo un bello ceremonial mágico de cierre con la
participación de toda la tribu. Entrada la noche encontré a Canción
Estrellada sentado en frente de la hoguera, con las llamaradas
estampadas en los ojos. En su tambor de dos caras marcaba el ritmo de
una bonita y lenta melodía en su dialecto nativo, cantada como si
buscara la poesía en el fondo del corazón. “Canto en homenaje a los que
ya partieron hacia el otro lado y les aviso que un día nos
reencontraremos. Será una bella fiesta”, dijo al percibir que estaba
sentando a su lado. Le agradecí con sinceridad por todas las
oportunidades y enseñanzas que él y su pueblo amorosamente me habían
concedido. Bromeé diciéndole que la Jornada de los Pequeños me había
hecho grande. El chamán rió con ganas y se mofó de mi falta de humildad,
aunque le encantó el chiste. “Buena señal, creo que comenzaste a
aprender, me gustó tu irreverencia. Espíritus iluminados están
comprometidos con el buen humor”, dijo. “Tal vez de aquí a algunos
siglos llegues allá”, retomó la burla. Reímos juntos. Le comenté que
sentía una extraña ligereza. “Moviste un aro de la Rueda de la Vida,
Yoskhaz. Al encontrarte contigo hubo un entendimiento de cómo funciona
la Cura por la Verdad. Ahora, lo más importante, es que no te olvides de
ejercerla eternamente en tí”.
No pronunciamos palabra por un tiempo que no sé contar, hasta que el nuevo día llegó.
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