
Canción Estrellada estaba sentado en la puerta de su tienda. Soltaba
una bocanada de humo de su pipa. Era aquella hora en que el día se
vuelve noche. El sol ya se había ido y la luna aún no había llegado. Yo
me sentía cansado, había acabado de llegar de la ciudad y estaba
bastante molesto con una serie de problemas personales. Hacía días
andaba malhumorado. “Hay momentos en que dan ganas de desaparecer”,
lamenté la suerte cuando pasé al lado del chamán. “Huir del mundo no te
hará escapar de la vida”, me respondió con una sonrisa irónica. Me callé
e intenté seguir. Apenas quería bañarme y dormir, pero él me mandó a
sentar. “Hoy voy a enseñarte sobre la Puerta del Sur” dijo, y en seguida
me pasó su pipa para que fumaramos juntos, en señal de confianza y
respeto. Agarró su tambor de dos caras para marcar el ritmo de una
sentida canción nativa. Cerré los ojos y me dejé envolver en aquel
ambiente de paz. “En la Tradición del Camino Rojo, la Rueda de la Vida –
o Rueda de Cura, pues la vida no es más que un infinito proceso de cura
del espíritu, según la justa medida de su evolución – posee cuatro
portales, representados por las direcciones magnéticas del planeta.
Generalmente me gusta comenzar por el Este, en donde habitan los
antepasados que aprendieron a cavalgar con el viento. No obstante,
contigo voy a comenzar por el Sur”, explicó. Antes de que tuviese tiempo
de preguntar el motivo me dijo: “Existe una necesidad urgente de que te
desnudes del personaje que creaste en la vana ilusión de protegerte de
todo y de todos; te engañas al intentar mostrar que eres fuerte, pues
allí habita tu debilidad. Esto hizo con que hayas abandonado tu
verdadera fuerza. Todo lo que no hace parte de nosotros, incomoda por
inadecuación”.